Mi tía Ana Mari
Este libro quiere dar voz a las personas mayores que, a menudo, viven su soledad en silencio y que vieron agravada su situación durante el confinamiento.
Ana Mari Mediavilla, de 92 años, hace cómplice al lector de sus vivencias y reflexiones durante el confinamiento domiciliario de 2020. Retrata la soledad de su encierro a través de una combinación de sus textos manuscritos, fotografías instantáneas tomadas por ella, fotografías antiguas de su álbum familiar y un dibujo.
Ana Mari, con letra clara y precisa, comparte tanto su dolor por las pérdidas aún recientes, sus miedos y momentos de angustia como sus alegrías, esperanzas y anécdotas con un humor sorprendente. La espontaneidad y profundidad de sus escritos conectan con facilidad con el lector posiblemente porque Ana Mari no escribió pensando en que un día sería publicada.
Mientras que las imágenes instantáneas tomadas durante su encierro muestran su cotidianeidad a través de los espacios y sus objetos personales, las fotografías del álbum familiar evocan un tiempo en libertad compartido con los ausentes.
“Mi Tía Ana Mari”, ganador del premio Art Libris 2021 por su forma y contenido, es un exquisito libro de pequeño formato (11×16 cm) y tapa dura entelada con golpe seco y grafismos Art Decó. Los textos manuscritos, extractos a tamaño real de los escritos en cuartillas realizados por Ana Mari durante sus más de 50 días en soledad, están transcritos al final del libro para facilitar su lectura y han sido traducidos al inglés y al francés. También acompaña un texto de su sobrino, Héctor Mediavilla, impulsor de este proyecto, donde explica el origen, el proceso y las razones para llevarlo a cabo.
Contexto:
El 13 de marzo de 2020 se decretó el confinamiento domiciliario debido a la pandemia provocada por el virus Covid-19. Ana Mari tenía 92 años y vivía sola en un piso en Barcelona desde que su marido y su hermano, el padre de Héctor, fallecieran tres años antes.
Tras varias semanas encerrada sin salir de casa, y con el objetivo de ayudarla a superar la angustia de su situación, Héctor le propuso que compartiese sus vivencias y pensamientos a través de imágenes y textos. Como Ana Mari llevaba más de cuarenta años sin tomar ninguna fotografía, su sobrino le enseñó a usar una cámara de película instantánea con la que podría hacer fotos sin complicaciones técnicas. Unas semanas más tarde, superados los primeros intentos y después de enseñarle los textos que iba escribiendo, Héctor le pidió que le mostrase las fotografías del álbum familiar. En esta relación íntima entre el autor y su tía se desarrolló este proyecto que posteriormente dio lugar al libro “Mi tía Ana Mari”.
Algunos extractos del libro:
“Mi primer intento con la cámara ha sido absolutamente nulo, claro que hace más de 40 años que no tenía una máquina entre mis manos. El segundo día queriendo hacer fotos, peor. Esto no es lo mío ya que por arte de magia me desaparecen los muebles y el dibujo que yo quiero que salga queda absolutamente en blanco. Supongo que con los días aprenderé.”
“Somos amigos… miro el reloj y entre los dos contamos las horas y los días… pero a mi me parece que quiere correr demasiado y yo lo quiero más lento, que dure otros poquitos años.”
“Me da una tristeza infinita estar lejos de mis hijas, mis nietos y una preciosa bisnieta que se llama Lima. Tiene tres meses, cuando regresen ni la conoceré. ¡Cuándo los podré abrazar!”
“Cuando sale un día radiante, siento envidia de los que están en la calle pero disfruto contemplando desde mis ventanas: árboles, bancos, padres con niños, otros con perros y sintiendo cómo se miran entre ellos aunque sea a dos metros de distancia”
“Bueno, esto es el colmo, me doy cuenta en este mismo momento que lo que he dibujado no es un perro, es un pato con cabeza de gato y esto quiere decir que no estoy completamente centrada, que esta pandemia me afecta mucho más de lo que yo quiero reconocer.”
Hector Mediavilla